Scott ayuda a las personas y organizaciones a reducir sus posibilidades de convertirse en la próxima víctima del delito cibernético sin comprar productos adicionales ni tener un doctorado en informática. Como agente especial supervisor del FBI jubilado con 30 años de experiencia práctica, Scott ha presenciado delitos importantes que van desde el terrorismo hasta robos de bancos y la búsqueda de fugitivos sueltos. A pesar de lo rápido y horrible que fueron los casos, ninguno de ellos se compara con la destrucción que los ciberdelincuentes causan tanto en nuestra seguridad económica como en nuestras vidas interpersonales. En 1998, fue uno de los primeros agentes del FBI en investigar delitos informáticos. Sabía que había una nueva necesidad urgente de este tipo de trabajo debido al aumento de la sofisticación y asequibilidad de las computadoras, lo que hace que el ciberespacio sea mucho más peligroso para los consumidores estadounidenses. En 2003, comenzó a manejar la investigación de delitos cibernéticos como su principal competencia y, durante su carrera, Scott ha tenido la oportunidad de entrevistar a miles de víctimas de delitos cibernéticos, mirarlos a los ojos y sentir su dolor.