¿Se puede amar a dos marcas con la misma intensidad?
Esa fue la pregunta que Raúl Amigo —speaker experto en Customer Experience y autor del libro Love by Design— lanzó al aire en una de nuestras últimas conferencias. Una pregunta que, aunque sencilla en apariencia, tiene un trasfondo poderoso que sacude la manera en que entendemos las relaciones entre personas y marcas.
¿La respuesta? Sí. Absolutamente sí.
Porque el amor no es un recurso limitado. No se agota. No es exclusivo. Se transforma, se expande y se multiplica cuando hay conexión real.
Así como podemos amar a diferentes personas en distintos momentos de nuestra vida —de maneras únicas, intensas y auténticas— también podemos amar a más de una marca. Porque el amor que sentimos hacia una marca no está basado solo en la funcionalidad de su producto o en lo bien que ejecuta su publicidad. Va mucho más allá.
Amamos a una marca cuando se convierte en parte de nuestra historia. Cuando nos entiende, cuando resuelve algo que parecía no tener solución, cuando nos hace sentir vistos, cuidados o inspirados. Ese tipo de amor no compite: convive. Y cuando ocurre, cambia las reglas del juego.
Esto es precisamente lo que Raúl plantea en su libro Love by Design. Un libro que va más allá de la teoría del marketing tradicional para capturar la esencia de lo que significa construir vínculos emocionales entre las marcas y sus consumidores. Un viaje revelador por los territorios del marketing, la estrategia y la experiencia de cliente, que culmina en una idea central que lo transforma todo:
el amor por una marca es la piedra angular de relaciones sostenibles y rentables, y ese amor no se improvisa, se diseña.
Diseñar amor puede sonar poético —y lo es—, pero también implica intención, método, empatía, conocimiento y sensibilidad. Implica construir experiencias coherentes, desde el primer punto de contacto hasta el más pequeño gesto posventa. Implica entender que cada interacción es una oportunidad para emocionar, sorprender o cuidar.
Love by Design nos invita a dejar de pensar en clientes como números o segmentos, y empezar a verlos como personas completas, con emociones, expectativas y deseos. Personas que no solo buscan soluciones, sino también sentido. Personas que, cuando se sienten vistas y valoradas, abren su corazón a las marcas y las convierten en parte de su vida cotidiana.
Y aquí viene una idea poderosa: cuando una persona ama una marca, no la elige solo por necesidad o conveniencia. La elige por lealtad emocional. La recomienda, la defiende y se queda.
Eso es lo que genera la diferencia entre una transacción y una relación. Entre un cliente ocasional y un fan enamorado.
Por eso sí, podemos amar a dos marcas con la misma intensidad. Podemos ser fieles a nuestra marca de zapatos favoritos y, al mismo tiempo, sentir un profundo cariño por esa marca de café que nos acompaña cada mañana. Podemos tener una conexión emocional con una marca de tecnología que nos potencia, y también con una marca de belleza que nos empodera. No hay contradicción. Hay coexistencia.
Y eso nos abre una gran pregunta:
¿Qué están haciendo hoy las marcas para ganarse ese lugar en el corazón de sus consumidores?
¿Qué están haciendo para ser una marca amada, más allá de ser conocida o consumida?
En DivinaMente creemos que el conocimiento transforma cuando toca las emociones, cuando se vuelve experiencia y se conecta con lo más humano. Por eso trabajamos con speakers como Raúl Amigo, que no solo dominan su campo, sino que tienen la capacidad de provocar reflexiones profundas en los equipos, inspirar nuevas maneras de pensar y retar a las marcas a construir relaciones que realmente importen.
Porque en un mundo donde todo cambia tan rápido, lo que permanece es lo que emociona. Lo que genera sentido. Lo que deja huella.
Y tú, ¿estás diseñando amor en cada paso del journey de tu cliente?
Conoce más de Raúl Amigo aquí: Perfil Raúl Amigo
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